Marie va y viene, entra y sale de la buhardilla como una gata por su gatera -'cuando mis dedos acarician complacidos/tu cabeza y tu lomo elástico,/y mi mano se embriaga con el placer/de palpar tu cuerpo eléctrico'-. Es libre. Se mueve dócilmente pero con desenvoltura: trasnocha y luego viene a dormir, atraída como por un imán -'un aire sutil, un peligroso perfume,/ flotan alrededor de su cuerpo moreno'-. O no. Unas veces llego del trabajo y ella está allí: dos platos sobre la mesa y guiso y velas -¿No será un hada, Dios?-. Otras, llama y disculpa su ausencia: otra gata se habrá cruzado en su camino -'su grupa fecunda está llena de chispas mágicas,/y fragmentos de oro'. Y Marie: con su chupa roja y sus botas, su moto y su libertad -los ojos le lloran del frío: compra un casco con visera y gafas, Marie, que aunque sepa que son del frío esas lágrimas me producen tristeza-, su amor propio y su inmensa ternura, es maestra, y tiene su propio apartamento en Montparnasse (Raspail con Montparnasse: rue Vavin). Cerca del centro donde imparte sus clases: trabaja en La Santè, una carcel. Ella adormece los más crueles males y contiene todos los éxtasis.
Hace una semana Marie me pidió que la acompañara una mañana a su trabajo. Que impartiera un taller de foto y video a sus alumnos de bac. Visitar las aulas de una prisión para explicar cómo capturar imágenes...
Entrar en la cárcel es entrar en otro mundo. O mejor: entrar en la cárcel es abandonar el mundo por la puerta de atrás. El mundo en el que todos nos desenvolvemos ignorando lo que es obvio: el marco de referencia de nuestras libertades, de nuestros derechos fundamentales y garantías individuales, de la protección a nuestra persona. Traspasar la puerta de la prisión -cuyo cielo vuelan los pájaros parece que sin importarles-, aun solo de visita, pone los pelos de punta. Un muro de hormigón y piedra de 4 ó 5 metros coronado por alambres de espino. Es curioso: el mismo muro que encerró a Apollinaire, Victor Serge, Leon Daudet, Chacal, Maurice Papon, al hijo de Miterrand y que no deja salir a algún etarra aún. Después, una tierra de nadie atravesada de alambradas: aún no se ve ningún preso. De entrada, un control donde, sin cachearte, te hacen sentir incómoda. Eres, más que un visitante, un invitado. Y debes dejar todas tus pertenencias bajo llave: estás en una carcel, pueden robarte. Comienzas a ver a los presos. Lo peor: cada vano que atraviesas, cada espacio que transitas, cada puerta cuyo umbral cruzas, se cierra tras de tí con un aparatoso sonido metálico. La primera vez te sobresalta y vuelves la mirada. La segunda vez ya sabes qué es. Después solo te invade la tristeza.
Dentro del aula me espera toda una geografía étnica, la torre de babel y las siete tribus de israel: un ensemble de razas, acentos, colores, olores, tamaños y fisonomías que no podía imaginar: magrebíes, orientales, negros, negros negros, latinoamericanos, europeos... Son alumnos. Y a la vez son víctimas y verdugos. En algo fueron vulnerados y algo vulneraron de ese sistema codificado de garantías y derechos. Escrutas su rostro y tratas de fijar tu mirada en sus ojos. Averiguar por qué está allí cada uno de ellos: el profesor no sabe -nadie se lo dice, es el reglamento, es la ley- la razón por la que cada uno de los alumnos ha perdido su libertad: tal vez un robo, tal vez una agresión, tal vez una violación, tal vez una muerte. No puedo. Aparto los ojos. Ellos ahora son alumnos. Y son correctos conmigo. Atienden en silencio. Parecen entusiasmados. El taller es práctico, y siempre guardan una distancia respetuosa que no les he pedido. Pero que ellos respetan: la carcel es coercitiva, amenaza con castigar, castiga la contravención de lo establecido. Estímulo-respuesta (el Estado es el único titular de la violencia legítima y, en un Estado de Derecho, esa violencia está reglada con normas que contienen prohibición). Marie me cuenta que para ellos acudir a clase es la vida, de lo contrario permanecerían en sus celdas o en el patio, si el tiempo lo permite. Luchan cada día por conseguir salir de sus celdas. Los sábados, domingos, festivos y vacaciones -se acercan los días de Navidad- son para ellos días nefastos: no hay clase.
Unos minutos después de terminar tomo un café con Marie y otro compañero suyo, Pierre, en la cantina de la prisión. Me dicen que los alumnos no han querido continuar con las clases, que estaban trastornados; inmediatamente pensé en mí como causa, pero me explican que no, que es porque yo olía a libertad y a calle, no a talego. Mi olor, no mi perfume: me rodeaba el aire arrastrado desde la calle, que para ellos es peor que oler a channel en aquella letrina. La carcel no huele mal, pero sí a cerrado, a un aire estancado de siglos. Es el mismo aire que respiraron Apollinaire, Serge, Chacal o Daudet.
Cuando salgo de La Santé y enfilo caminando lentamente el Boul Arago bordeando el muro, pienso en lo poco que valoramos la libertad. Enfrente hay una escuela. El ruido que proviene del patio, tras su tapia, es bien diferente: risas, gritos, alegría... Después, un monumento -parece un pedestal vacío- a F. Aragó (1786-1853). No se quién es, pero su ausencia me hace pensar, cuando me detengo a comprar cigarrillos y Le Monde, que ellos no pueden salir siquiera cinco minutos de la prisión a por algo tan sencillo como cigarrillos y el diario. Marie nunca me ha hablado de todo esto. Su concienca es densa como el mercurio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
22 comentarios:
Muy bien contado
Me llama mucho la atención la presencia, que tiende a huidiza, de Marie, entre tanto olor a cierre y presos.
Otra cosa (ya repe): Narra Vd deputamadre.
Me gusta mucho esta frase, breve, que dice tanto:
"Ella adormece los más crueles males y contiene todos los éxtasis."
Me uno al "sile-nole" de Alberto ...es repe.
Beso
Felicidades. Lo hace usted muy bien. Cada día mejor. Tenga ciudado que, como siga así, acaba en Prisa de estrella.
Linda historia.
De vez en cuando, al caer el sol, yo también recuerdo a Marie.
Saludos,
MT
J., sólo lo cuento. Sale así: la experiencia es interesante. La cárcel -así, sólo de visita- es la ostia.
Alberto: a mí también me llama la atención. Ella no me habla de su trabajo. En realidad sí: como si fueran chicos cualquiera. Marie es inencontrable.
Tesa: inencontrable y extraña, ya digo. Me gusta. Porque, además, la cacé al vuelo
MT: ¿debo tomarle como elogio lo de Prisa...? De todos modos, lo mío es más la narración visual. Escribir es sólo terapia y vanidad. Sí, la ve bien: Marie es desde la puesta del sol hasta el amanecer.
Si hace usted el amor
como escribe, peligra
quien la lee. Aunque,
pecar seria no leerla,
yo confieso.(p.m.y+)
meim
Ando poco original
...también estoy con Meim, peligro de adicción supone
:)
Narración visual. No es mala fórmula. Creo que lo de PRISA era sólo broma perversa.
Marie, realidad y sueño. Nostalgia del pasado y del futuro.
La veo a usted muy dinámica estos días.
Saludos,
MT
Me produces una sensación inquietante, y eso no dice nada bueno de nadie, cuando todo lo que dices lo puedo decir tan bien yo como tú: tú estás acertada desde tu punto de vista y yo lo estaré desde el mío. Ambos tenemos demasiadas mañanas sobre la espalda y los ojos enmarcados de desvelos.
Besos,
AMC.
Es Vd, la pluma más seductora de los blogs que visito. Marie es huidiza pero de las que se queda. Espero, rezo para que no tenga que raclar en Prisa, y si hace fotos me gustaría enviarles el catálogo de mi colección "Mujeres en Plural"
me dedico a ver, y a coleccionar...
Sé que ya lo ha dicho Alberto, pero es verdad y reitero textual: "narra Vd de putamadre"
Bellaluna, me ha desmontado una belleza tuya: "entrar en la cárcel es abandonar el mundo por la puerta de atrás"
Besos de una admiradora cada vez menos silente.
MT: debe ser el lío de los días, la jungla de prisas anudadas al entrar y salir de Marie. Que esta vez es muy real. ¿Futuro? El que salga. Hay que abandonar los barcos -con delicadeza- antes de que se hundan. Lo demás es tristeza.
Meim: sería vanidad decir que sí a cualquiera de las dos cosas, aunque es cierto: me encanta peligrar...
AMC, me gusta la inquietud y sentirme inquieta. Y es positivo, al menos en mí. Y, pues nada, a escribir lo que piensas. Y a mostrarlo...
Tesa, Edith: va por ustedes, y con mucho placer. Las adicciones no son malas, el silencio sí.
Edith: hablemos de fotos cuando quieras
Tristeza o silencio, como sabemos.
Descanse usted y disfrute. Es la única forma de estar.
Saludos,
MT
MT: los mismos deseos: descanso y placer. A ver si me organizo en unas breves vacaciones romanas... dolce fare niente!
María: enlázate, enlázame virtual o en carne, hueso. Haz lo que más te guste. Eres un amor. Disfruta!
Me encantará hablar con usted de Roma. Bella cittá. Recuerdo, illo tempore, cuando pasábamos por Botteghe oscure, a visitar al maestro Ingrao.
Otros tiempos, otras vidas.
Saludos y disfrute.
Sea feliz.
MT
Por favor, no olvide remitir un beso en la barbilla a su santidad de parte mía. Avísele, si se ve en situación, de lo primorosa que es la experiencia de verle abrir latas de libanés con ayuda de la uña de su limado dedo corazón, sentado al lado de su gato Concordia, y felicite los honores de la fecha a ambos. :)
(Que te lo pases en condiciones -y que te cuentes a tu regreso, que acá te espero haciendo bolillos como Ariadna-)
Muchos muakis
increible! que manera de escribir que tienes.... debo admitir, que despues de leer lo tuyo, me senti muy honrada, de que le dedicaras tiempo a mis letras... un abrazo, y gracias por visitar mi rinconcito =)
Dios! (se que te han de decir esto siempre) peroo! me vale, que bien escribes!
Aqui ando regresandote la visita y me veras por acá seguido !
Saluditos!
Besos!
y muchisimas grax por pasarte a mi espacio!
::::::::BUENA VIBRA!
SoPheR: un placer recibirte en esta casa. Y bAbY cOhEtE: insisto en conocer o desvelar ese misterioso lugar oscuro. Besos para las dos.
¿Roma?
Saludos,
MT
Publicar un comentario