15 dic 2008

A working class hero is something to be

Il était une fois... así es como comenzaban los cuentos cuando yo era niña, cuando había cuentos y niños dispuestos a escucharlos. Estos días ordenaba libros por la buhardilla y, recóndito, pero lleno de anotaciones y puntas de página dobladas -lo reconozco: no soy respetuosa con los libros, nunca llevo un lápiz encima con el que anotar, y si lo llevo es peor- reencontré un ejemplar (mi ejemplar: un regalo de mi padre, con un prefacio de Hobsbawm y autografiado por el historiador) del cuento que más me gustaba leer durante mi adolescencia -soy así de rara-: el Manifiesto Comunista. Aquel cuentecillo, que hoy debería comenzar también con un il était une fois para continuar con su arranque original explicando q'un spectre hante l'Europe : le spectre du communisme -en lugar de que la très belle princesse...- parece definitivamente caido en el olvido. Echando cuentas, este año -y no recuerdo que nadie lo recordara- se cumplieron 160 años de su publicación.

Claro, ¿quién lee hoy día nada? Decía Bryce Echenique que los libros usados siempre están subrayados sólo hasta la página 10. ¿Quién lee hoy el Manifiesto Comunista? ¿Quién con ojos nuevos? Hace apenas 160 años sastres o ebanistas, artesanos, pueblo al fin, aún bajo la influencia de 1789 pensaban en el fin de una sociedad ya vieja que acababa de nacer y en construir un futuro. Simplemente: futuro. Sociedades de hombres -Proscritos, Justos, Comunistas, tanto da su nombre- exponían sus ideas en apenas dos docenas de páginas -parece que con pereza, por qué no decirlo: Marx escribía, dicen, bajo la firme presión de la fecha, como casi todos- y sus ideas se extendían como un incendio forestal por toda Europa. Cada palabra plasmada en el papel estaba ya escrita de antemano en el imaginario del pueblo como un deseo vehemente. En 1848 el continente ardía. Hoy está calcinado: el mundo transformado por el capitalismo que se describía en 1848 -sombrío, lacónico- se reconoce en el mundo que vivimos 160 años después.

Hoy el Manifiesto Comunista sólo hubieran aparecido a través de la web, en páginas líquidas, biodegradables, sin trascendencia. A lo mejor hasta con faltas de ortografía. Sin la fuerza casi bíblica de su convicción apasionada. Con la previsión, escrita en sus páginas, del fracaso. Las últimas palabras de su texto: "las clases dominantes pueden temblar ante una revolución comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen un mundo que ganar" me parecen las más hermosas, pero hoy suenan como los monstruos del sueño de la razón, como reflejadas en los espejos de Valle Inclán. Hobsbawm dice que el Manifiesto tiene todavía mucho que decir al mundo en el siglo XXI. La sabiduría de la gente mayor, se ve. Porque yo miro a mi alrededor y sólo veo ojos oscuros. Ya lo dijo aquel otro también: "...you can't refuse / When you got nothing, you got nothing to lose / You're invisible now..." Sin embargo, hoy todos tienen demasiado que perder...

Dejo el Manifiesto en su sitio de la estantería. Me dejo caer en el sofá. Enciendo un cigarrillo. Imagino Champs-Élysées atestado de gente, riadas de hombres y mujeres de toda condición y bolsas cargadas de regalos y miedo. La Navidad es una puta mierda. Me quedo dormida y entre las primeras sombras del sueño una silueta difusa y esquiva sonríe y se frota las manos. No es el fantasma del comunismo, no...

14 comentarios:

Tesa dijo...

Entré a tu sitio hace un rato a través de las actualizaciones de Alberto y no reparé en esto que has dejado aquí.

Tengo un libro que guardo con cariño, tiene las tapas destrozadas y sus páginas amarillean. Es un David Copperfield de Dickens que me regaló mi abuela, había sido suyo. Mi abuela, de quien heredé el nombre, era una mujer criada en el entorno rural a quien su madrina -una señora de sofisticadas maneras y clase superior- enseñó a leer y a "hacer cuentas".

Quiero quedarme con una frase que escribes al final de tu post: "riadas de hombres y mujeres de toda condición y bolsas cargadas de regalos y miedo". En este momento, pesa más el miedo que los regalos. El miedo se materializa e inicia el círculo vicioso del bajo consumo. Las menores ventas afectan a los beneficios de las empresas... por lo que reducen plantilla o amenazan con hacerlo, lo que redunda en más miedo. ¿Cuándo deja la pescadilla de morderse la cola?

Un beso, leerte es un placer

Más claro, agua dijo...

Las luces de navidad son faros que guían a las conciencias... consumistas... ;-)

ROSA ALIAGA dijo...

me gustaria pasar por ese lugar que describes y es tu casa...y quedarnos a mirar como la Navidad se consume sin que pese...

Anónimo dijo...

De nuevo felicidades por este magnífico recorrido por la idea y la historia de la conciencia de clase. Es sorprendente que alguien tan joven como usted lea e interprete el mundo con tanta claridad.
Avanti.
Saludos ,
MT

Luna Roi dijo...

Tesa: los regalos de las bolsas son miedo con lazos, miedo empaquetado al vacío, los hombres y las mujeres compran y regalan por miedo, viven con miedo. Los adornos y las luces obscenas de la navidad anuncian miedo.

Un beso

Luna Roi dijo...

+Claro: nos abren los ojos y nos enfocan en ellos las luces, como los focos de interrogatorio de las pelis de cine negro... ¿el consumo -consumidor- tiene conciencia? Se consume a sí...

Luna Roi dijo...

La puerta de la buhardilla está abierta hasta para los que vengan a llevarse mis libros, mi ordenador y mi-nada-más. O mi persona. Si es lo último, se bienvenida al gran portón azul de la Rue Beaujon. Unas velas, una mesa camilla y si nos ponemos de pié en la ventana alcanzamos las luces de adorno de la Tour y el resplandor de Champs-Elysees.

Beso!

Luna Roi dijo...

MT: no es la edad, son los ojos con que se mira el mundo. Y las preguntas que nunca se van. Cosas 'inútiles', dice una amiga mía...

Anónimo dijo...

Pero para que necesitamos releer nada, si ya tenemos la WII, la XBOX, los DVD, los Blue Ray (tengo que admitir que todavia no tengo muy claro lo que son),... Para que vamos a incitar al pensamiento propio, si con el colectivo nos va muy bien, si no mira a la silueta de tu sueño, acaso no está contento/a?

J. dijo...

Vaya, precisamente escuchaba a Dylan justo ahora. Eso que no sabemos muy bien lo que es y que llamamos "el sistema", aprende de sus errores y se retroalimenta. Por eso cada vez quedan menos fisuras para airearlo con pensamientos revololucionarios.

Anónimo dijo...

No son palabras afiladas, pero sí las que me gusta leer porque dicen. Me acarician el oido, porque entiendo qué explican sin complicación.

A mí también me parece mentira que alguien de tu edad -la mía- sepa tanto.

Debes ser un ángel!

A.

Anónimo dijo...

Los ojos, querida, siempre llenos de espanto que se preguntan, desde tiempos lejanos, las mismas cosas.
Como bien dice su amiga: "inútiles". Eso sí, necesarias como respirar.
Recuerdo cuando, siglos atrás, vivía en una buhardilla.
Saludos,
MT

Febe.- dijo...

mi.huida@hotmail.com

Luna Roi dijo...

Pues sí, para qué releer... visto lo visto y sabiendo que somos el ciego en el país de los tuertos, Retje_Robar (qué difícil).

Gracias, A., pero si le preguntaras a mi madre te diría que qúe mal concepto tienes de los ángeles.

Borderlife: dame tiempo para no tener que pensar qué decirte, please... Te escribo sin falta.

Y MT: en la buhardillas siempre falta el calor, pero siempre se puede escapar por los tejados. Y, sí, eso mismo le dije yo: inútiles, pero como el aire que respiramos. ¿Cómo era Celaya... "como el aire que exigimos trece veces por minuto..."? (Mi padre me leía mucho a Celaya).