Escribí un poema breve en su pared, igual que se hace una caricia en la piel, sin arrepentimiento ni culpa. Lo escribí desde la bañera, su bañera de loza blanca antigua, de patas y exenta. Antigua, como el resto de aquella casona y sus estancias estancadas de frío, sueños y angustia, como el cuarto -debiera decir sala- de baño cuyo centro ocupaba, como las chimeneas de cada salón, o los techos altísimos desconchados que nos cobijaban. Como yo por dentro. Exenta, igual que mi alma desconchada como los techos. Tres líneas de versos sencillos: renglones sin terminar ni acabar. Tres líneas que arrancaban de los pliegues de su ingle y terminaban junto a las manchas de azogue del espejo. Tres líneas tan llenas que quedé exausta. Y callada. Sólo la miraba.
Escribí el poema con las yemas de los dedos ya arrugadas por el agua, con el sexo aún palpitando de sus caricias (recibidas), sumergida todavía en la tibieza de las sábanas trasladada al agua y con las palabras abotargadas por el vapor y la espuma. La veía de espaldas a mí, frente al espejo, sentada y desnuda, desnuda y mirada, mirada y hermosa, y mientras mil palabras iban y venían a mi cabeza a alimentar un sentimiento único. A alimentar tres versos que comencé a escribir con los labios en los pliegues tan tiernos que ocupan esa geografía hermosa que va desde la piel suave del muslo hasta el final de la curva tensa del abdomen, siguiendo hasta hollar de saliva sus pezones, descendiendo hasta besar labios con labios tan rojos. Ahí quedó la última palabra del último verso, vista de reojo en el espejo, como un beso robado que no quisieras dar a un alma repleta de sentimientos prófugos. Un puñal en el corazón, espinas en los labios.
Tiempo caliente aún de la piel,
desamada, tendida inerme, palpitada, pulsada, nupcial,
casi calor, casi transparente, casi velada, casi temblor...
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9 comentarios:
Mucho como, querida Bellaluna. Falta el tablero. Lo demás siempre es silencio. ¿Por qué carajo haremos versos?
Siempre es un placer leerte.
Me he quedado temblando.
Me preocupa mucho tu silencio
Bellaluna. ¿vacaciones aun?
Un saludo
(me encanta leerte, pero este ultimo titulo me há dejado desconcertada é inquieta)
E
Falta y sobra, Alberto, porque me confunden el corazón y la razón. Yo dejé mi alma en la Martinica y no se si regresa... Regresas tú?
Anónima E? Tiembla si no es de miedo, si de placer. No te preocupe el silencio, estoy vaciando los baules. Me encanta desconcertarte e inquietarte. Inquiétame a mí.
Una palabra tuya y regreso.
Alberto: ¿Qué palabra? ¿en qué idoma? ¿escrita? ¿susurrada? A veces me dan miedo palabras que no entendemos aunque sepamos su significado.
Cualquier palabra ya son dos palabras.
Nos hacemos, creo, sobre todo, (o nos forjamos a ser) -¿Suena a sentencia, no?- preparados para una intuición que avanza hacia dos o tres o cuatro y, por ahí, siempre damos con una palabra. Y si no, a buscarla igual.
Hoy no tengo nada que hacer, (tengo ensaladas con pollo para comer, y dos de whisky, pero no me ape nada), estoy leyendo un librito que se me está haciendo muy mono que se llama "Pregúntale al polvo" de John Fante, del que no había leído nada.
Iba a ponerme a escribir porque no puedo saber por qué hacerlo es importante para mí, pero voy a seguir leyendo y con músicas y a lo mejor a la noche escribo o mañana. (La vida dulce +,-).
¿Y tú? (¿Cómo miedo?)
que bien conocerte bellaluna!
Este lugar me encanta porque sin ser el mio me siento absolutamente como en mi propia casa (es decir que me siento tan a gusto que a menudo le pongo los cuernos a mis propios sentimientos/ideas por venir a redescubrir siempre la misma chispa de vida inteligente en lo que escribes y en tus respuestas.
Aqui todo me parece posible, incluso despues de un cierto tiempo, tengo la impresión de recuperar aquellas alas que siempre soñé poseer.
Gracias por compartirte tan generosamente y por tu respuesta.
E.(de Encarna)
Es un placer haberte descubierto casualmente...
He escrito mal la anterior. Venía a decir que las espero de manera insolente y, como saben, sobradamente cariñoso en LSC.
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