Guajiros, vegueros y bohíos, lejos la bahía de La Habana
-o espejo de paciencia-,
son de Ibrahim Ferrer, contrapunteo del tabaco y del azucar y
Omara Portuondo escapando por amor
entre ecos de La Bayamesa de Grenet y Garay. Y su Magia negra:
palabras y desafíos.
Tal vez nos demoramos y colamos un poquito de café, tan poquita cosa.
Eres tan poquita cosa...
[tiempo anidado: te espero y espero]
Caribe aguamarina turquesa, vetas transparentes como silencio,
sin espuma del malecón: una sábana azul.
Guayavera, piel prieta o canela, ojos grises tras el portón y reja de Cádiz:
Trinidad y aquí se acabe el mundo.
Aguada de Pasajeros, Rodas, Cienfuegos,
asombrado transeunte que llega al caribe: Punta Limones, Playa Ancón.
Camaguey, las combinadas cosechando la caña,
otros ojos: unos ojos de ocho años, ojos caramelo
-la retórica y la dialéctica bien aprendidas en la escuela-
y más vida en sus palabras que la que les quede a las mías.
La dulce pionera será un huracán.
A menudo la Historia no es lo que sucedió sino lo que se dice que pasó: el rumor.
Sin embargo la Revolución, dice FC,
es el sentido del momento histórico:
el tiempo es el mejor navegante en las aguas de la laguna Estigia.
La dolorosa belleza del mal: para entender la realidad
hay que llegar hasta sus extremos.
Comprender y abandonarse de modo celestial...
No tener paladar para este mal trago.
Calle 70 a la izquierda, calle 41 tomando después calle 100
hasta llegar parque Lenin; ayer, 5ª y 3ª hasta el teatro Karl Marx. Nombres.
Ya sólo nombres.
Un gato en los jardines del hotel nacional
se acomoda en mi equipaje. Atrapado en su isla, como si fuera su ruina y su esplendor,
ritmo amanerado.
En La Habana la espuma rota del malecón salpica tus ojos grises,
sonrisa amable, andares con la cadencia rítmica del son entre las calles de Vedado,
vegetación y voluptuosidad.
Más lejos del son:
Gato tuerto, Zorra y cuervo,
heladito en Le Coppelia.
Condenados de condado,
cuando los hombres soñaron en los camiones, los fusiles despuntaban arriba,
aguantados entre las piernas:
desnudas las aceras desde el Bramadero hasta la caseta de la posta:
las cosas importantes requieren tiempo: como el crecer de los árboles,
formar la capa de humus de la vida
con la concepción circular del tiempo,
pasado y presente tejidos a la historia del futuro con hilos de dulzura,
todo sólo por la necesidad del movimiento. (Luego, todo se deshilvanará)
La Habana transcurre junto al mar
en una marea espumosa, espesa y lenta:
Aire madruguero de regreso.
Carpentier, recurso del método, concierto barroco entre penunbras bajo los jagüeys del parque Zapata y Gandhi,
y entre los corros del Prado en Parque Central. Nada prohibido, solo todo irregular.
Heterogeneidad viva, transculturación y conciencia de América,
vuelves a nacer, como volví a nacer el día en que aprendí/comencé a leer.
Nací en el 82 del siglo pasado (expresión terrorífica ésta):
Como si fuera primavera y yo muriendo.
Como si fuera primavera y me rodean ángeles.
Como si lo fuera y la boca no calla lo que le pido que olvide.
Dolorosa belleza del mal: los versos son renglones sin terminar de escribir.
No hay que hacer una segunda pregunta,
basta mirar las pupilas del otro antes de la pregunta que se va a saltar.
Preguntar sin nada dentro.
Mientras tanto, en los aeropuertos, en los negocios y en las universidades
la gente analiza la realidad, compra libros, repite citas,
llega a conclusiones y las deja escritas en los muros.
Y nadie entiende nada, nadie siente nada. No entienden -¿y tú?- que no hay éxito como el fracaso, pero que el fracaso tampoco es un éxito.
Aquellos ojos grises hoy duermen en mi lecho.
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1 comentario:
Hola. Enhorabuena por el blog. Y por La Habana.
Me apetece responder la pregunta que propones con lo que yo me pregunto ¿Se puede?
Yo no entiendo de nada apenas, pero me pregunto si el fracaso -divino o menos- es la manera en que se entiende lo otro o si superstición o destino son enveses de una misma ola.
Oye, no me extiendo más. Enhorabuena de nuevo.
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