No se bien como componer las piezas para que todo funcione y fluya adecuadamente. El tiempo pasa y a veces la sensación es la de que todo va dando vueltas en redondo. Otras veces la vida te hace transitar un camino que no lleva la dirección del futuro -qué nostalgia del futuro...- y en el que toda la perspectiva es la de la mirada a través del espejo retrovisor. A estas alturas ya deberiamos -lo digo por mí misma- sentirnos responsables de lo que vemos cada mañana en nuestro espejo: es lo que hemos hecho de nosotros, no lo que los demás hicieron -ille dixit-. En todo caso, ¿por qué pasar media vida buscando culpables de lo que sucede y la otra media limpiando manchas de soledad? Hay que preservar la locura porque las culpas no se pueden lavar ni con alcohol ni con amnesia. Lo cómodo sería vagar sin destino, dejarse llevar, pero al final a unos pocos nos da por nadar contra corriente con esta ceguera y el corazón roto debajo de las solapas del traje gris. Los años traen muchas veces tristes regalos y besos de cardo. Tantas veces me he prometido escribirte, cuantas otras no hacerlo. No son, por tanto, promesas rotas. Qué nadie nos acune las tristezas. Nuestra sagrada obigación es sobrevivir y ser felices. Cuando hace ya un lustro dejamos escrito en nuestra conversación cómo sería el futuro no imaginaba que todo sería tan diferente a como es ahora. No es una dulce pesadilla. Cada paso adelante que damos levanta una nube de polvo en el suelo. Es el polvo que seremos un día, el polvo de los que ya han sido. Resistámonos a enterrar nuestros sueños en la fría tierra mientras no caigamos escaleras arriba -sólo se pierden las causas que se abandonan-. Y es que aún sueño sueños de los que no querría despertar nunca, en los que ya nunca apareces. Es que el camino nunca es recto. Da muchas vueltas. Pero nunca en redondo. Siento no ir a NY.
La otra noche, en San Sebastián, escuchaba la voz de esparto y engrudo de arena de playa de Tom Waits. Me hizo soñar un rato. Y te recordé al escuchar esta canción http://www.youtube.com/watch?v=6zn1K72cxKs
G.: un beso fuerte. En la mejilla. En la frente. Donde elijas -pero dímelo-.
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3 comentarios:
Si estuviste escuchando a Tom Waits, ya estuviste un poco en NY, ¿no? ;-)
Con alcohol la pena sienta mal.
Los besos, donde sean, pero libidinosos.
NY siempre nos espera, parece el futuro.
(Me voy a poner el blood money.
Las debilidades, mejor, si a un precio módico.)
¿Cuánto diera cualquier debilidad, por nimia que sea, por asimilarse en una porción de locura venida de un tiempo que aún no ha llegado?
PD: Ay, Bellaluna.
Waits es un estado de ánimo, una brisa áspera soplando desde el Hudson los días helados, y dobló un recodo de Donosti para detenerse e invadir el Kursaal. En realidad estuve pero ella no estuvo, y qué tal y todo eso...
Y, sí, estoy sintiendo nostalgia porque tal vez el futuro era estar allá, y yo acá, y sí: Blood Money, de cabo a rabo, y un glenrothes o algo por anegar todo de dolor como su voz, y no derrochemos debilidades, guardalas para cuando vengan peores tiempos y nadie lea para ek futuro. Ay!, sí, albertom.
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